Un periodista ruso que reveló la muerte de mercenarios de su país que operaban en Siria, falleció en extrañas circunstancias al caer del balcón de su departamento.
Su nombre era Maxim Borodin, de 32 años, quien de acuerdo al portal web de noticias, Novy Den, murió en el hospital, el domingo pasado, tras permanecer en el nosocomio desde el jueves, cuando sucedió el incidente.
La caída se dio desde el balcón de un quinto piso de un complejo habitacional ubicado en la ciudad de Ekaterimburgo, al centro-oeste de Rusia.
De acuerdo con el periódico español La Vanguardia, lo que ocasionó el suceso aún no está claro, sin embargo, la policía rusa aseguró que el apartamento de Borodin estaba cerrado por dentro; hasta hoy las autoridades no han iniciado una investigación criminal, pues lo están asumiendo como un suicidio o accidente.
No obstante, asevera La Vanguardia, en una nación en el que son habituales los ataques a activistas opositores y periodistas críticos, existe quien han puesto en duda la versión oficial, tomando como referencia a una llamada que hizo el comunicador antes de su muerte.
En tal llamada, que se realizó el miércoles por la mañana, Borodin le dijo a su amigo Vyacheslav Bashkov que un hombre armado se encontraba en su balcón y que otros, con máscaras y ropa de camuflaje, estaban al acecho en la escalera que conduce a su departamento.
Bashkov comentó al New York Times, sin embargo, que su amigo le marcó de nuevo, una hora más tarde, para decirle que se había equivocado y que era probable que los hombres con armas estuviesen participando en un ejercicio de entrenamiento.
También el Times indicó que, casi al mismo tiempo, Borodin llamó a otra amiga, Yulia Fedotova, a la que explicó que había hombres empistolados que rodeaban su departamento, aunque ésta se mostró un tanto incrédula e inclinada hacia la versión oficial de la policía rusa.
Cabe señalar que, en marzo de este año, el periodista, quien previamente ya había padecido de agresiones a causa de su profesión, escribió sobre el hallazgo de personas fallecidas, que se cree eran mercenarios destinados a Siria que fueron entregados en una aldea rusa.
La Vanguardia señala que, según las revelaciones de Borodin, miles de mercenarios se han enviado a Siria por una empresa de dudosa reputación, presuntamente financiada por Yevgeny Prigozhin.
Este último fue acusado por Estados Unidos, en febrero, de patrocinar la “fábrica de trolls” que, al parecer, intentó influir en las elecciones presidenciales de 2016.