Chile y su guerra contra la obesidad

Chile mantiene los niveles más altos de obesidad de América Latina. Actualmente el 75 por ciento de los chilenos tienen sobrepeso, según información del Ministerio de Salud del país andino.

El dato más alarmante es que prácticamente el 50 por cuento de los niños menores de 6 años se encuentran en esta situación.

El impacto económico de este mal se ha visto reflejado en los 800 millones de dólares de costos médicos que se registraron en 2016.

Esto motivó a los legisladores y Gobierno de Chile a emprender acciones radicales, iniciando con la publicidad y comercialización de la «comida chatarra».

“Fue un combate de guerrilla difícil de ganar”, señaló al respecto el senador Guido Girardi, quien además es el presidente de la la Comisión de Salud de dicha cámara.

Médico de profesión, Girardi lanzó una ambiciosa propuesta en 2007 que hasta ahora logró materializarse: una ley que regule el etiquetado y empaquetado de alimentos, en donde se alerte sobre aspectos negativos del producto, desde el punto de visto nutricional, la llamada Ley de Composición Nutricional de los Alimentos y su Publicidad.

“La gente tiene el derecho a saber que estas empresas de alimentos están sacando esta basura y, con esta legislación, creo que Chile ha hecho una contribución inmensa a la humanidad”, puntualizó el senador.

Gracias a esa normativa, los productos alimenticios que contengan alto contenido calórico, de azúcar, de sal y en grasas tienen que portar a la vista una etiqueta negra que indique estos aspectos.

Con esto se ha logrado que los consumidores ahora sí tengan consciencia respecto al contenido nocivo del producto.

Además de lo anterior, los productos de este tipo ya no pueden colocar dibujos animados en el empaque, como lo que pasa regularmente con marcas de cereales, dulces o botanas diversas.

Las políticas han sido tan agresivas que incluso se prohibieron los Kinder Sorpresa y desaparecieron para siempre a personajes como el «Tigre Tony» o «Tigre Toño» y a «Chester Cheetos».

Por otro lado, la comida chatarra ha sido vetada en las escuelas chilenas y se tiene contemplado que próximamente no puedan promocionarse en televisión en un horario de entre las 06:00 y las 22:00 horas, para evitar exponer a los niños a esa publicidad.

Los refrescos azucarados ahora tendrán un impuesto del 18 por ciento.

La batalla ha sido dura, puesto que las empresas alimenticias se han resistido ferozmente a través de sus abogados, pero no les ha quedado más que someterse.

Incluso varias marcas han optado por cambiar la producción de sus productos, reduciendo los elementos dañinos para la salud. Se calcula que cerca de mil 500 alimentos han sido reformulados.

Aún no se ha logrado una disminución notable de las tasas de obesidad en Chile, ya que el cambio que se espera no vendrá de la noche a la mañana, sino que tardará varios años, ya que las estrategias van dirigidas en mayor medida a los niños.

El detalle ahora es qué tan posible sea que se mantenga esta agresiva y ejemplar legislación, tomando en cuenta el cambio de poder en Chile.

El presidente electo, Sebastián Piñera, había vetado esta ley cuando cumplía su primer periodo como presidente, por lo que existe temor de que se hagan modificaciones o se eche abajo.